Y aprendí, que matándome, me devolviste el aire que aquí me faltaba. Aprendí que tras chocar contra el muro de los errores, es posible que vuelvan a florecer las margaritas que un día pisoteamos y nunca más volvieron a florecer. Que un
enero dulce es posible aún... lleno de lluvia tras la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario